Carlos González, pediatra, no necesita presentación, al menos para los miles de padres que han leído sus libros con la esperanza de hacer que la crianza de sus hijos sea aún más placentera. Es autor de títulos de culto como 'Mi niño no me come', 'Bésame mucho', 'Entre tu pediatra y tú' y 'En defensa de las vacunas'. El próximo jueves participará en los Cursos de Verano e intervendrá en el Palacio de Miramar de San Sebastián en el Aula de Cultura de DV, donde hablará sobre el niño en la literatura inglesa del siglo XIX, cuando escritores como Dickens o las hermanas Brontë abordaban la infancia desde los sentimientos y desde una verdad tan cierta como olvidada de que los adultos fuimos niños una vez.
- Mucha educación y pedagogía, pero cuando llegan a la adolescencia los hijos que antes nos miraban con admiración ahora lo hacen con indiferencia.
- Es normal y no tan grave como parece. Leyendo literatura antigua una cosa curiosa es que no suelo ver explícitamente planteado el tema de la adolescencia o la creencia de que es conflictiva. Yo diría que hemos agravado la adolescencia por nuestra falta de contacto con los hijos pequeños. La relación afectiva se basa en las horas de mutua compañía, no es cierto aquello del tiempo de calidad porque no se puede hacer en dos horas lo que se hace en ocho. Los niños ya de entrada pasan mucho tiempo en el colegio, muchos pasan aún más horas porque se quedan a comer y otros aún más porque realizan actividades extraescolares. Luego se les envía a colonias, que aquí en Cataluña se les ha llamado convivencias, como dando a entender que tienen que aprender a convivir unos con otros. ¡Pero si es que están siete horas al día juntos!, ¡si con quien no conviven es con sus padres! No podemos pretender que niños de ocho o doce años pasen meses, días y horas separados de sus padres y que luego de pronto a los quince años tengan con ellos una relación maravillosa.
- Los padres también olvidamos que hemos sido adolescentes.
- Es una cosa que hay que tener muy presente; se comprende que uno se haya olvidado de cuando era un bebé, pero no te puedes olvidar de cuando tenías quince años, te tienes que acordar de lo que hacías a esa edad y qué sentías. Cuando tu hijo se va de casa dando un portazo tú también has hecho eso, ¿y no te acuerdas de lo que sentías tú? ¿De verdad crees que tres sábados sin salir o echar un discurso van a servir para algo?
- ¿Cuál es la alternativa a los tres sábados sin salir?
- El cariño, el respeto, el preocuparse por los demás, lo mismo que haríamos con los adultos. Cuando tú ves a un amigo malhumorado no piensas que le tienes que reñir sino que le debe estar pasando algo.
- ¿A qué se debe la falta de contacto con los niños?
- Hemos organizado un sistema económico que separa mucho a los hijos de los padres. Hasta hace no tanto tiempo los adultos eran artesanos o labradores y trabajaban al lado de su casa. Los niños estaban en el taller de carpintería, junto al telar o llevando a su padre al campo el agua y el bocadillo, pero ahora un niño no puede entrar en la fábrica o en la oficina. Por eso se hizo necesario crear instituciones donde los tengamos vigilados mientras nosotros trabajamos.
- ¿Estamos creando una generación de niños solos?
- Yo creo que sí. Son cosas que no son agradables de oír, pero en Alemania solo va a la guardería un 6% de los niños y aquí estamos cerca del 80%. Yo escucho a madres que no trabajan pero que me dicen que están pensando en llevar a su hijo a la guardería porque les han dicho que de lo contrario el niño no hablará, no espabilará, no caminará. Madres que no trabajan dejan al niño en el comedor porque les han dicho que si no el niño no aprenderá a comer. Hemos llegado en España a una mentalidad en la que parece que fuera de la guardería no existe nada, y fuera de la guardería existe la familia.
- ¿Tiene algo que ver en esto la palabra socialización, muy repetida en el mundo educativo?
- A la socialización se le ha dado una interpretación poco adecuada. Socialización significa entrar en la sociedad y relacionarse con ella, pero lo que se está haciendo con los pequeños es apartarlos de la sociedad. ¿Con quién se va a socializar un niño de año y medio en una guardería? ¿Qué va a aprender con otros diez niños de año y medio que apenas hablan y no les interesa relacionarse unos con otros? Un chaval que se queda en su casa está con adultos, parientes, ve vecinos o acompaña a sus padres a comprar el pan; eso sí que es socialización.
- ¿Somos una generación de padres con complejo de culpa por la soledad de nuestros hijos?
- Hay casos en que los padres, como en el fondo sienten que no han pasado el suficiente tiempo con sus hijos, lo intentan compensar comprándoles montones de juguetes, y eso contribuye al mito del malcriamiento porque luego coges en brazos a tu hijo y te dicen que lo estás malcriando. Pero una cosa es cogerte en brazos y jugar contigo y otra darte dinero y juguetes porque no te he cogido en brazos. Aparte de que puede haber casos concretos de culpabilidad, más que nada lo que hay es desconcierto, simple y llanamente padres que no han pasado suficiente tiempo con sus hijos como para sentirse seguros de su actitud como padres.
FUENTE: DIARIO VASCO, 28-08-2011
Extracto de la entrevista de Javier Guillenea al pediatra Carlos González.