
El 10 de diciembre se celebra en todo el mundo el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos , documento adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París el año 1948.
Xabier Etxeberria, miembro de Bakeas y profesor emérito de la Universidad de Deusto, escribe este interesante artículo sobre los derechos sociales, los derechos no del individuo abstracto, sino los del individuo concreto, necesitado de las cosas más básicas para vivir.
Xabier Etxeberria, miembro de Bakeas y profesor emérito de la Universidad de Deusto, escribe este interesante artículo sobre los derechos sociales, los derechos no del individuo abstracto, sino los del individuo concreto, necesitado de las cosas más básicas para vivir.
Dice entre otras cosas: "Dado que los derechos humanos se han ido formulando en el contexto de la tradición liberal que enfatiza la libertad individual, los derechos privilegiados han sido los civiles, que garantizan el ejercicio de la autonomía en los espacios privados, y los políticos, que la garantizan en los espacios públicos. En cambio, los derechos sociales (a la educación, la atención sanitaria, el trabajo, la vivienda, los servicios sociales...) son vistos en esa tradición con profunda sospecha, cuando no rechazo. (...)
Estos derechos, se dice, están bien, pero es tan compleja y costosa su realización que resulta imposible considerarlos derechos en sentido pleno, esto es, 'exigibles' estrictamente. Convendría reconocerlos más bien como 'aspiraciones morales' hacia las que tenemos que apuntar en la medida en que sea posible; o si se quiere, como 'principios' que conviene que inspiren las políticas públicas, pero en función de los condicionantes sociales y económicos. (...)
Frente a tales enfoques, hay que reivindicar que los derechos sociales son derechos plenos porque emanan de nuestra universal dignidad, al ser los que garantizan las condiciones de existencia necesarias para que se exprese realmente como vida digna; y al precisarse también para que las libertades a las que remiten los derechos civiles y políticos puedan ejercerse de verdad. Si se quiere, hay una circularidad positiva que expresa la indivisibilidad e interdependencia de los derechos: porque disfrutamos de los derechos sociales, vivimos una vida digna en la que ejercemos nuestras libertades; porque se nos reconocen nuestras libertades, aumentamos nuestras capacidades para reivindicar los derechos sociales de cara a una vida digna.
Los derechos sociales nos remiten directamente al ser de necesidades que somos. De necesidades que deben ser satisfechas para que se desarrollen nuestras capacidades. En este sentido, corrigen decididamente el unilateralismo de los derechos civiles y políticos, asentados en la afirmación de nuestra autonomía supuestamente autosuficiente. No es así. Somos seres frágiles y vulnerables, en solidaridades constitutivas que precisan configurarse como solidaridades morales para que lleguen a todos. Es lo que garantizan los derechos sociales. (...)
De los derechos sociales podemos decir que realizan la justicia distributiva. No hay que olvidar nunca la referencia a ésta, con lo que tiene de exigibilidad. Pero no está de sobra que pensemos en una justicia modulada por la solidaridad: una justicia que nace de nuestra conciencia de ser, todos los humanos, una unidad, en la que nos hacemos cargo de las cargas de todos, en la que realizamos las exigencias de igualdad material comenzando por los desaventajados, los marginados, los oprimidos. Desde esta conciencia sabremos que los derechos sociales nos facultan a todos los ciudadanos para exigir determinados servicios, pero, también, que nos piden aportar nuestros recursos, en función de nuestras posibilidades, para que esos servicios sean ofrecidos a todos."
Léelo entero en este enlace.