La Universidad del País Vasco se sitúa entre las diez
primeras universidades públicas españolas en cuanto a volumen total de
investigación, concretamente en el octavo puesto. Pero si se deja de lado el
volumen y se tiene en cuenta la productividad, la UPV se desploma en esta
clasificación y cae hasta el puesto 41 de un total de 48 universidades.
Este descalabro es una de las conclusiones extraídas del
estudio 'U-Ranking', elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones
Económicas (IVIE) y la Fundación BBVA. El informe deja claro que una
universidad puede tener peso, pero cuando se le quita la grasa para compararla
con las de su entorno en igualdad de condiciones, el tamaño puede dejar de ser
una ventaja.
El estudio establece dos grandes tipos de clasificaciones.
Por una parte tiene en cuenta el volumen total de resultados de cada universidad,
lo que hace que las más grandes ocupen los primeros puestos, entre ellas la
UPV, que se coloca en séptima posición. Por otro lado, se analiza la
productividad para hacer a las universidades «comparables entre sí
independientemente de su tamaño». Y es aquí donde la Universidad vasca tropieza
y cae hasta el puesto 33 mientras se ve superada por centros mucho más pequeños
y jóvenes.
«Lo que importa es el volumen total y somos la universidad
del Estado con más menciones científicas», señaló ayer a este periódico el
vicerrector de Investigación de la UPV, Fernando Plazaola, quien insistió en
realizar una «valoración positiva» de los resultados, aunque solo fuera en el
apartado de «los volúmenes».
En este primer listado, la UPV ocupa un meritorio quinto
puesto en docencia, el octavo en investigación y el undécimo en innovación y
desarrollo tecnológico. Este alentador panorama cambia por completo cuando el
volumen total queda sustituido por la productividad. La UPV desciende hasta la
plaza 26 en docencia, la 29 en innovación y desarrollo tecnológico, y en
investigación tan solo están por debajo de ella las universidades de León,
Sevilla, Extremadura, Cádiz, la Uned, la de Burgos y la de La Rioja.
Para evaluar los niveles de docencia, los autores del
ranking han tenido en cuenta, entre otros elementos, el ratio profesor/alumno,
lo que cuesta a las arcas públicas un estudiante y las tasas de éxito y
abandono. La investigación se ha medido con datos como las tesis doctorales
leídas, las citas por documento y los recursos públicos competitivos por
profesor doctor. En cuanto a la innovación, se han tenido en cuenta factores
como los ingresos por patentes y el número de ellas por profesor doctor y las
horas de formación continua.
«Con pinzas»
En sus conclusiones, el estudio sostiene que la disparidad
de resultados «permite observar que ni el tamaño ni la antigüedad son
determinantes inequívocos de ventajas o desventajas». Y añade que «existen
ejemplos de buenas prácticas entre las universidades grandes con muchos años de
historia, y también entre las creadas en la segunda mitad del siglo XX y entre
las más jóvenes».
Fernando Plazaola insistió ayer en que las clasificaciones
reflejadas en el informe «hay que cogerlas con pinzas». «Lo importante -reiteró-
es el volumen de producción, y en eso somos muy buenos; estamos entre las
universidades que aparecen con más frecuencia en rankings como el Shanghai, en
el que figuran las 500 mejores del mundo».
El vicerrector de investigación, que admitió que «no hay
duda de que en productividad se puede mejorar», aseguró que en informes como el
que se conoció ayer «las universidades pequeñas siempre salen mejor». «Hay que
ver desde dónde hemos salido nosotros, no nos podemos comparar con otros
centros con un punto de partida diferente. De todas formas, en una liga lo que
interesa es ganarla y estamos entre los primeros, que es lo importantes»,
afirmó.
FUENTE: DIARIO VASCO (Javier Guillenea) 18 JULIO 2013