Siempre hay gente que nos saca de nuestras casillas. Pero hay claves para relativizar y capear el temporal sin caer en el conflicto.
La concentración humana en pueblos y ciudades ha convertido la convivencia en un producto de primera necesidad. Cada día nos vemos obligados a interactuar con todo tipo de personas. Los compañeros de trabajo, los vecinos e incluso la familia son un reto para nuestra paciencia. Cada cual tiene una visión del mundo, una sensibilidad y unas prioridades distintas.
El umbral de tolerancia es distinto en cada persona, aunque siempre hay quienes tienen a bien soltar la frase equivocada en el momento menos oportuno, las que invaden nuestra intimidad cuando necesitamos descanso o las que se conducen de forma agresiva y egoísta como norma. ¿Qué hacer con esta gente que nos saca de nuestras casillas?
Lee este interesante reportaje de Francesc Miralles en este enlace de EL PAÍS SEMANAL.